Llegó tímidamente a la plataforma Netflix y casi ha pasado desapercibida para muchos. Lo que parece un dramón de inicio, ya en el primer capítulo te hace reír, disfrutar y darte un guantazo de realidad sobre la riqueza que tenemos y que nunca valoramos. Estamos hablando de la serie ‘After life’.
Los pequeños gestos, las cosas buenas del día a día, el valor de los compañeros, de ese familiar que nunca te suelta de la mano o la fidelidad de un perro amigo fiel que te dice con una mirada que merece la pena seguir adelante, convierten a esta serie inglesa en una cita necesaria en nuestro listado de “qué ver”.
Lleva el sello de su protagonista, Ricky Gervais, que la ha creado, producido y dirigido, y que mezcla todas sus facetas (cómico, actor, presentador…). Tiene ese regusto “british”, por los diálogos, el pueblecito en el que se desarrolla la acción, el ambiente, la forma de vestir (tan hortera) … e, incluso, te recuerda a otras grandes series de la zona y horneadas hace poco, como son ‘Sex Education’ o ‘Wanderlust’, aunque poco tienen que ver en la materia que tratan.
Tony Johnson es un redactor de un periódico local gratuito de un pequeño pueblo sumido en una depresión profunda y crisis existencial debido al fallecimiento de su mujer a causa de un cáncer. Su vínculo emocional con ella era de tal magnitud que sólo piensa en suicidarse y acabar con ese dolor.
La vida y los personajes que le rodean le hacen mantenerse en un estado de «dejarse llevar» con la seguridad del que no tiene nada que perder y eso influye en su forma de vida, coquetea con drogas y alcohol, en sus relaciones, aprecia a quienes tiene cerca, pero los menosprecia e insulta, o las situaciones que vive, casi todas las considera sin sentido e innecesarias.
Pero ahí sigue, profesando un amor profundo por su mujer y viendo sin cesar vídeos de ambos juntos o de ella a modo de testamento, paseando a su perra y agarrándose a ella como razón de vivir, visitando todos los días a su padre enfermo de alzhéimer en una residencia, aunque no sepa ni quién es, o charlando mañana tras mañana con una mujer mayor, ambos sentado frente a las tumbas de sus respectivos esposos, repasando la vida y sus consecuencias.
Son capítulos de apenas 30 minutos, muy fáciles de ver y bordeando siempre la lágrima y la sonrisa al mismo tiempo, pero de esos en los que cuando se va a negro al final, te deja cavilando y hacen que cojas aire de forma profunda y lo sueltes a modo de liberación.
En enero de 2022 esperamos ansiosos la tercera temporada para seguir dándonos un chute de vida.